Los niños de Llullaillaco es como se les conoce a tres niños
Incas momificados de forma natural que fueron encontrados a más de 6700 msnm,
cerca de la cumbre del Volcán Llullailaco, producto de una serie de excursiones
financiadas por la National Geographic Society en el año de 1999.
Se trata de un niño de aproximadamente 7 años, apodado en
coincidencia como ‘el niño’, una joven de 13 años llamada ‘la doncella’ y otra
niña más de 6 años apodada ‘La niña del rayo’ esto debido a que su rostro
parcialmente quemado y el estado de su ropa han hech deducir a los científicos
que en algún momento de su pasado en lo alto del Volcán fue alcanzada por un
rayo.
El estado de conservación que presentan es excepcional y se presume que son las momias naturales mejor conservadas en el mundo entero.
Su muerte fue resultado de un antiguo Ritual incaico, en el
cual se sabe que se elegían a los niños más bellos y carentes de defectos para
sacrificarlos y que de ese modo pudiesen cuidar sus pueblos desde las alturas.
El ritual comenzaba desde que se elegían a los niños ‘privilegiados’ y se les trataba como la realeza durante el lapso que transcurría desde su selección hasta su sacrificio que sucedía casi un año después.
Los niños eran adorados por todos los habitantes de la
ciudad donde se celebraba el rito y por igual en sus pueblos de origen. Se cree
que se quedaban algunos días y se les alimentaba de la mejor forma.
Una vez concluida su estadía salían acompañados de sus padres y algunos sacerdotes camino a montañas lo bastante elevadas, como lo eran el cerro del Plomo, o el Volcán Llullaillaco en Argentina. El camino a estos lugares podía extenderse por mucho tiempo ya que eran obligados a caminar en línea recta desde que abandonaban la ciudad hasta llegar a las montañas, sin importar que surgieran obstáculos insorteables.
Una vez concluida su estadía salían acompañados de sus padres y algunos sacerdotes camino a montañas lo bastante elevadas, como lo eran el cerro del Plomo, o el Volcán Llullaillaco en Argentina. El camino a estos lugares podía extenderse por mucho tiempo ya que eran obligados a caminar en línea recta desde que abandonaban la ciudad hasta llegar a las montañas, sin importar que surgieran obstáculos insorteables.
Una vez en lo alto de los lugares sagrados, los niños, que habían sido ataviados con las ropas y adornos más finos, eran embriagados con Chicha (bebida de maíz fermentado) y hasta les daban hojas de coca.
Su muerte se producía por congelamiento, ya que se les
abandonaba una vez que sus cuerpos inconscientes eran acomodados mirando hacia
los distintos puntos cardinales para finalizar así los rituales.
Y morían en un profundo sueño del que nunca despertaron, no siquiera después de más de 500 años de Letargo ininterrumpido. Convirtiéndose en los niños que más amó el señor Lllullaillaco, a quienes arrulló hasta el último día que los tuvo en sus brazos.