viernes, 16 de enero de 2015

TERROR: El cobertizo.




Mientras dormíamos mi esposa y yo, el uno junto al otro, escuché algo dar un golpe en el piso de abajo. Escucho más atentamente… Nada. Mi esposa me palmea en la espalda y me besa la mejilla.


Los zorros debieron tirar el cesto. Le dije, y le susurré que volviera a dormir.
Me sentía muy incómodo esa noche, como si algo estuviera fuera de lugar. Sin embargo no pude notar  qué era. Dándome por vencido, volví a dormir,

Un ruido fuerte. Me levanto rápidamente, casi cayendo. Salgo de la cama y busco mis palos de golf. Alguien debía estar allí, a menos que un zorro se hubiese metido. Mientras me acerco lentamente a la puerta del dormitorio, mi esposa me toma del brazo, murmurando algo. Le digo que vuelva a dormir, que todo estaba bien.  Creo que un zorro se ha metido, le dije. Ella me besa de nuevo en la mejilla y se mete de vuelta en la cama.

La puerta trasera está abierta de par en par, azotando contra la pared. Cuando me acerco a cerrarla, me doy cuenta que la puerta del cobertizo también está abierta y se mueve con el aire. Qué extraño, no he entrado en meses.

Mi cobertizo es un poco grande. Una de las razones por las que he querido deshacerme de él. Adentro hay paquetes de comida, carne enlatada y un viejo y sucio colchón. Caigo sobre mis rodillas. Mi boca es incapaz de articular una sola palabra.


Observo el cadáver que yace sobre el colchón. Mi cuerpo y mente se entumecen. No puedo gritar ni llorar. Todo lo que puedo hacer es mirarla; mi amor, mi esposa. Rasgado en la superficie de la madera junto a su cuerpo está escrito “Tu cama es más cálida que la mía”.








(Traducción y adaptación: Armando Martínez).