
Lo curioso no era precisamente la muerte de los perros, debido a que no se trataba de un caso de maltrato animal, o rituales de alguna secta, sino que todos estos perros habían terminado con su propia vida arrojándose del puente sin ninguna razón aparente.
A lo largo de los años se le dieron infinidad de explicaciones al suceso, desde las más razonables, como el hecho de que tal vez los perros no veían el vacío al otro lado del puente, hasta las más rebuscadas que hablaban de enlaces interdimensionales entre el cielo y la tierra.
A pesar que se desconocían los motivos concretos, hubo quienes tomaron la resolución del problema como algo personal, como lo hizo un tal Kevin Moy, que según se dice sacrificó a su propio hijo siendo un bebé al arrojarlo del puente, creyendo que los enlaces paranormales cesarían después de eso.
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Puente de Overtoun, en el fondo puede verse una torre de la mansión. |
Lo primero era que debido al diseño del puente, la agudeza visual de los perros disminuía y a consecuencia su olfato se volvía más agudo y potente.
Debido a esto se llegó al segundo punto y el cierre del misterio, cuando se descubrió que una especie de Comadrejas americanas que se asentó en la parte de abajo del puente precisamente en la década de los 50’s segregaban una sustancia que enloquecía a los perros y los hacía lanzarse hacía el vacío, donde se concentraba el hipnotizante aroma y se intensificaba por el pequeño cauce del río y la ausencia de corrientes considerables.