Debieron ser las desviaciones en el camino. Sí, eso es. Él
se adelantó y me distraje solo por un segundo. Un segundo debió ser suficiente
tiempo, supongo. Pero permíteme explicarte de qué estoy hablando:
Cada noche mi hermano y yo salimos a correr al bosque. Él es
más rápido que yo, así que algunas veces le pierdo el rastro mientras pasa las
curvas del camino. Anoche pasó, y cuando le pude distinguir en la oscuridad
salió del camino y se adentró en el bosque. Tomando el ejemplo le seguí. Me
guio hasta una ruta que no me era familiar que iba más y más adentro del
bosque, adonde nadie va nunca.
Fue casi cuatro kilómetros adelante cuando empecé a
sospechar algo extraño. Lo primero que noté fueron sus ropas. Podría jurar que
llevaba algo escrito en la parte de atrás de la sudadera. Entonces cuando mis
ojos se ajustaron mejor a la oscuridad me di cuenta que algo estaba
terriblemente mal. La única forma en que
podría describirlo es que sus ropas no se movían mientras corría, casi como si
fuera una única masa sólida que había sido pintada.
Fue hasta ése punto que aquella cosa miró hacia atrás y
confirmó mi sospecha. Su cabello, sus ojos y cara parecían deformadas. Lo que
sea que fuera esa cosa no era mi hermano. Mi corazón se aceleró más que
mientras corro con todas mis fuerzas. Me di la vuelta y corrí de regreso a
casa. Cuando Llegué mi hermano estaba ahí y me dijo que regresó cuando notó que
me había perdido, y que había llegado veinte minutos antes.
Ahora que lo pienso, esa cosa trataba de atraerme a su guarida.
No quisiera saber qué habría pasado si lo hubiera seguido.
(Traducción y adaptación: Armando Martínez).